“Como tantas otras propuestas, no fue tenida en cuenta. Se prefirió dejar a los pacientes en sus casas, munidos de unas cuantas pastillas de paracetamol (que no cumple ninguna función en la evolución de la enfermedad), hasta que su estado general mejorara o empeorara espontáneamente; en caso de la segunda eventualidad, cuando ya no podían respirar normalmente, se los remitía al centro médico, habiendo perdido algo tan vital como irrecuperable: el tiempo”
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