¿Te gustan los cuentos?, muchas veces estos guardan antigua sabiduría, otras como en este caso moralejas con información valiosa para nuestro beneficio.
Tiene como intención que vean las mentiras más importantes en las que se basa la nueva noticia. Si no somos capaces, como humanidad, de ver estas mentiras por lo que son, nos enfrentaremos a un evento peor, mucho peor, que lo que fueron los peores momentos de la pandemia…
Dra. Karina
Haz clic en el siguiente enlace para leerlo en línea:
Luego de casi tres años que comenzara la denominada pandemia del COVID19, el canal de Telegram de Akasha Comunidad cumplió con un rol preponderante en lo que estaba sucediendo. A través de la voz de la Dra. Karina Acevedo-Whitehouse se aportó conocimiento y discernimiento que con bases científicas se requería para un evento de esa magnitud. Debido a que mucha de la información brindada desde organismos multinacionales carecía de exactitud y fundamentos necesarios, sus conocimientos impartidos en un modo de comprensión necesaria para un público no profesional, fueron de gran ayuda para miles de personas de la comunidad hispano hablante del mundo. Hoy se sabe que el enfoque que ella desde un inicio tuvo para analizar y compartir sos conocimientos estuvieron guiados por el sentido común teniendo en cuenta la responsabilidad social que de ella emanaba.
Puedes conocer mas sobre ella en su propia página web:
Se trata de un libro de 540 páginas, con más de 1,100 referencias científicas, que revisa con precisión a las ‘vacunas genéticas’ anti-COVID desde muchas vertientes.
Este libro es un compendio de diversos temas que buscan ayudar a comprender los mecanismos mediante los que las vacunas genéticas anti-COVID pueden ocasionar diversos impactos sobre la salud de quienes las reciben.
Contiene ocho capítulos que exploran los componentes de las vacunas genéticas, su mecanismo de acción, la fisiopatología asociada a cada componente, los cuadros clínicos que pueden derivarse de esa fisiopatología, y la evidencia científica y médica de su ocurrencia. Se exploran también conceptos centrales sobre causalidad y casualidad en Epidemiología.
No es un libro de texto académico, aunque explica temas científicos de forma seria y referenciada. No es un libro de consulta médica, pero será de utilidad para médicos y para pacientes. No es un libro de divulgación, aunque está escrito de forma accesible. No es un libro que busca generar miedo, sino ofrecer conocimiento para comprender los hechos y que permita buscar ayuda si se necesita. No constituye ‘la verdad’, pero la contiene.
Alfred Nobel, inventor de la dinamita (un explosivo que utiliza nitroglicerina) fue el fundador de los Premios Nobel, que son otorgados cada año para premiar a quienes más han contribuido a las ciencias exactas, ciencias biológicas, y humanidades. La historia nos dice que Alfred Nobel acabó muy arrepentido de haber creado algo que mató a tanta gente y por eso decidió dedicar su fortuna a labores más dignas. De hecho, en la página de los premios Nobel se indica lo siguiente: “El creía que la gente es capaz de ayudar a mejorar a la sociedad a través del conocimiento, ciencia y humanismo. Esa es la razón por la que creó un premio que recompensaría los descubrimientos que han conferido el más grande beneficio a la humanidad” (https://www.nobelprize.org/the-nobel-prize-organisation).
Tal vez me he vuelto muy cínica, pero me parece que es improbable que alguien que dedicó muchos años de su vida a inventar explosivos haya sido ingenuo sobre el uso bélico que se les darían a esos explosivos. ¿Para qué otro motivo los hubiera inventado? Claro que ahora la nitroglicerina se utiliza como tratamiento en algunos casos de cardiopatías, pero ese no fue el uso que Alfred Nobel persiguió. En bandeja de plata, Alfred Nobel creó explosivos cuya finalidad era matar gente. Punto. Supongo que no le gustó demasiado ser recordado por ese ‘pequeño’ detalle. Esto es común entre empresarios con m-u-c-h-o dinero; al final, desean ser recordados como filántropos humanistas, no como mercaderes que pisotean lo que tengan que pisotear, incluyendo vidas humanas, para lograr vender más.
Entonces, en su testamento pide que con su dinero se forme una fundación que otorgue premios a científicos en el área de la física, química, fisiología o medicina, así como literatos y humanistas. Cosa que se ha hecho desde 1901, con la adición de un premio para economía en 1968 (https://www.nobelprize.org/the-nobel-prize-organisation).
Hoy le han otorgado el Premio Nobel en Fisiología y Medicina a Katalin Kariko y a Drew Weissman, dos científicos responsables de haber propuesto el uso de bases nucleosídicas modificadas en la tecnología del ARNm sintético (https://amp.redaccionmedica.com/secciones/medicina/premio-nobel-de-medicina-2023-a-los-padres-de-la-vacuna-contra-el-covid-19-2394). En la mañana un amigo me preguntó qué me parecía ese hecho. Comparto con ustedes la respuesta que le di:
“Era esperado que lo hicieran, pero aun así me sorprende el que, incluso dada la evidencia (que cada día es más complicado que los medios escondan) de que estos productos son, simplemente, armas biosintéticas, hayan tenido el descaro de hacerlo.
Estoy, entonces, sorprendida y enojada por la mentada de madre que este premio significa para los millones de vacunados que han sido afectados, para los millones de vacunados que aún no saben que han sido afectados, y para la humanidad entera, porque todos, de una u otra forma, hemos sido afectados. También estoy con ganas de que hagamos todos aún más para parar esto”. (Continúa en https://t.me/akashacomunidad/2923)
Sé que para muchos ese premio será tomado como evidencia de que las inoculaciones de ARNm sintético “son seguras” y que “han sido la razón por la que la ‘pandemia’ fue controlada”. Pero, si han leído y comprendido al menos el 10% de los estudios que aquí he compartido, sabrán que no es así. El premio no borra el hecho de que ese descubrimiento llevó a que, como hizo Alfred Nobel con la nitroglicerina, fuera utilizado en un producto que puede haber ocasionado la muerte o enfermedad grave de millones de personas. ¿No me creen? Bueno, pues tan solo en la página de Eudravigilance (el sistema de monitoreo Europeo de eventos adversos; https://www.adrreports.eu/en/search_subst.html#) se enlistan 1,257,686 reportes de reacciones adversas asociadas a las tres inoculaciones (la “original”, la “original + BA.1” y la “original + BA4.5”) de ARNm sintético de Pfizer, y 391,492 asociadas a las tres inoculaciones de ARNm de Moderna. Un total de 1,649,178 reportes de reacciones adversas asociadas a esta investigación hoy laureada. Y de estas, al menos una tercera parte se trata de reacciones graves, de acuerdo con Eudravigilance. Es decir, al menos medio millón de reportes de reacciones graves. Y en el sistema de monitoreo de eventos adversos de los Estados Unidos, al 15 de septiembre se han reportado 36,231 muertes asociadas con estos productos, además de 38,449 eventos serios que pusieron en riesgo la vida del paciente (además de miles de casos de miocarditis, abortos, y otras linduras) que pueden ustedes ver en https://openvaers.com/covid-data. Si consideramos que se estima que esos sistemas de monitoreo podrían reflejar tan solo el 1% de lo que realmente ocurre, estaríamos hablando de una hecatombe. Incluso si nos vemos más conservadores y aplicamos el factor de subreportaje calculado para eventos graves asociados a las inoculaciones de ARNm (31; https://nationalcitizensinquiry.ca/wp-content/uploads/2023/04/WI-4d-Rose-Pharmacovigilance-VAERS-Paper-FINAL_2021-10-01.pdf), entonces tendríamos que multiplicar la suma de los eventos adversos serios por 31, lo que nos da un flamante total de un poco más de 19 millones (19,356,586) de eventos adversos graves. Hmmm… no sé ustedes, pero me parece que a los miembros de la Academia Sueca de las Ciencias encargados de escoger a los ganadores se les aflojó un tornillo (o se les engordó el bolsillo… o las dos opciones, ya que no son mutuamente excluyentes).
La Dra. Natalia Prego hoy nos recordó que en la Alemania Nazi también se dieron reconocimientos al Dr. Joseph Mengele – el Dr. Muerte – que fue responsable de centenares de experimentos y torturas a humanos. De hecho, resulta interesante que su trabajo fue apoyado por al menos 20 científicos que fueron otorgados en diferentes momentos de su carrera un premio Nobel (https://www.theguardian.com/world/2005/mar/22/research.germany). Así que no tiene por qué extrañarnos que se le confiera este ‘honor’ a Katalin Kariko y a Drew Weissman. Simplemente, es congruente con lo que hace la Fundación Nobel. (Continúa en https://t.me/akashacomunidad/2924)
Me parece que la vida del humano se trata de las elecciones que hace. Pongamos un poco de contexto, ¿les parece? La nitroglicerina fue inventada en 1847 por el químico Ascanio Sobero, quien, de hecho, advirtió en contra de su uso como explosivo. A Alfred Nobel le importó poco ese hecho, y poco después comenzó a utilizarlo para desarrollar explosivos, aunque eso le costó la vida a su hermano y a otras cuatro personas, cuando explotó una fábrica en la que preparaban explosivos (https://www.indiatoday.in/education-today/gk-current-affairs/story/alfred-nobel-facts-356673-2016-12-10). Simplemente, siguió adelante intentando encontrar formas ‘más seguras’ de fabricar los explosivos. Otras personas, como William Murrel, decidieron usar esa tecnología de forma que, en vez de provocar muerte, ayudara a que sobrevivieran. Pero Alfred, no; tan solo cuatro años después de la muerte del hermano de Alfred Nobel, Murrel propuso usar cantidades pequeñitas de nitroglicerina para ayudar a personas con angina de pecho (https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S0140673602460321). ¿Lo ven? Elecciones muy diferentes. Ascanio Sobero no deseaba que se utilizara su descubrimiento para matar, pero no pudo controlar los sucesos. Somos responsables de nuestras creaciones, sin duda. Supongo que Kariko y Weissman podrían argumentar (suponiendo que algún día se logre llevar a juicio a los responsables de toda esta locura) que ellos no hicieron las “vacunas”. Podrían argumentar que ellos solamente crearon la tecnología que permitía que el ARNm sintético durara más tiempo en la célula. Pero si exploramos un poquito más, vemos que eso sería una monumental mentira, sobre todo porque desde 2013 Kariko es vicepresidente de BioNTech, la farmacéutica que se asoció con Pfizer para crear estos productos (https://www.nature.com/articles/s41591-018-0183-7; https://en.wikipedia.org/wiki/Katalin_Karik%C3%B3). Drew Weissman tampoco está exento de tierra: desde 2018 recibe financiamiento de BioNTech (https://www.fiercebiotech.com/biotech/biontech-taps-drew-weissmann-s-upenn-lab-to-expand-into-infectious-disease-mrna-vaccines). Supongo (alerta de sarcasmo) que eso no tiene nada que ver con que hayan ganado el premio Nobel, ¿no?
¡Qué asco, y qué tristeza ver tan prostituida al quehacer científico!
Estos años han significado la caída de instituciones, de creencias y de certezas a muchos niveles. Vuelvo a confesar que pecaba de ingenua en este sentido. Para mí, sin haber leído demasiado al respecto, los premios Nobel eran algo respetable, serio, neutro. Claro, sabía que los de economía y de paz eran una burla. Digo, darle el premio Nobel de la Paz a Obama en 2009, cuando envió a más de 120,000 tropas adicionales a diversos países que estaban siendo asediados por las guerras de los Estados Unidos es, francamente, una mentada de madre (https://www.britannica.com/biography/Barack-Obama/Wars-in-Iraq-and-Afghanistan), pero, de forma ingenua, consideraba que los premios dados a científicos eran incólumes de corrupción y conflictos de interés. No lo son.
Así que, mientras unos celebran el que haya sido otorgada esta presea a las “magníficas” (es sarcasmo) inoculaciones de ARNm sintético, otros vemos con mirada abierta esto que ocurre. Es, sin duda, un mensaje claro y contundente de quienes están a cargo. Sin embargo, con todo y los premios otorgados, el poder sigue estando en la gente, la gente de a pie que no recibe premios ni distinciones. Porque es la gente de a pie que puede, siempre, decir ‘no más’. Y si lo dice suficiente gente, no hay premio que baste para seguir adelante con este genocidio.
Karina AW
PD. Si alguien intenta justificar que las inoculaciones son ‘seguras’ porque ya recibieron el premio Nobel quienes inventaron las bases nucleosídicas modificadas para su uso, tal vez habrá que recordarles que entonces, que el Dr. Luc Montagnier era premio Nobel y las consideraba peligrosísimas. Digo, no está de más.
Dra. Karina Acevedo-Whitehouse: «entrevista que hice al Dr. Oyewale Tomori, Médico Veterinario y Virólogo que ha trabajado directamente con pacientes con pox de los monos en Nigeria y Congo. Me parece fundamental su mensaje final»
El profesor Oyewale Tomori es ex presidente de la Academia de Ciencias de Nigeria. Fue vicecanciller pionero en la Universidad del Redentor, Nigeria. Recibió el NNOM, el premio más alto de Nigeria por logros académicos e intelectuales.
En la Universidad de Ibadan, Nigeria, como profesor de virología, dirigió la investigación sobre el estudio de las infecciones virales y aclaró las propiedades del virus Orungo, registrado en el ICVT. En 1981, recibió el Certificado USPHS por su contribución a la Investigación de la Fiebre de Lassa.
En la Región de África de la OMS, como virólogo regional de 1994 a 2004, creó la Red Regional Africana de Laboratorios de Poliomielitis, que brindó apoyo de diagnóstico de laboratorio para la erradicación de la poliomielitis y se convirtió en el precursor de las redes regionales de laboratorios de diagnóstico para otras enfermedades. Ha estado involucrado en las investigaciones de brotes de infecciones por VHF (YF, EVD, etc.) en muchos países africanos.
Tomori es miembro de varios organismos asesores nacionales e internacionales, incluido el Comité de revisión de expertos (ERC) de Nigeria sobre erradicación de la poliomielitis e inmunización de rutina; y como miembro del Comité de la OIM de EE. UU. sobre la vigilancia mundial sostenible de las enfermedades zoonóticas; Comité US-IOM sobre identificación y priorización de nuevas vacunas preventivas para el desarrollo; Grupo de Expertos en Asesoramiento Estratégico de la OMS (SAGE); Copresidente, Equipo de estudio de ASADI/USNAS/NASAC sobre la apropiación nacional del desarrollo de África, Grupo de trabajo de SAGE sobre el ébola. Presidente del Comité Asesor de Expertos Ministeriales de la Respuesta al COVID-19 del Sector de la Salud (MEACoC), miembro del Grupo Asesor Técnico de la OMS sobre la Composición de la Vacuna contra el COVID-19 (TAG-CO-VAC) y miembro del Comité de Revisión Independiente (IRC) de GAVI
Es miembro del Colegio Real de Patólogos (Reino Unido), la Academia de Ciencias de Nigeria y el Colegio de Cirujanos Veterinarios de Nigeria y miembro internacional de la Academia Nacional de Medicina de EE. UU.
¡Qué tiempos nos están tocando vivir! Podríamos dialogar por días enteros acerca del ‘por qué’ nos habrá tocado vivir estos tiempos, pero el hecho es que estamos aquí, juntos en este paraje, y dependerá de todos nosotros, de nuestras decisiones, de nuestras acciones, lo que ocurrirá. Sí, ha sido y es tremendo. Sí, ha habido y hay mucho sufrimiento, provocado por muchas cosas. Sí, hay desilusión y dolor, hay pérdidas y duelos; pero también hay crecimientos, y ganancias; hay certezas y hay elecciones de vida. Estamos en un momento clave de cambio de paradigmas, en prácticamente todas las áreas de la humanidad, y la ciencia no es una excepción. En medio de todos estos cambios, ¿cómo podremos ir construyendo el futuro que deseamos habitar, que deseamos que nuestros hijos, nuestros nietos, habiten? No tengo esa respuesta como si fuera la solución a un problema matemático, pero sospecho que no podremos construirlo con las mismas premisas del pasado… “No se puede arar el porvenir con viejos bueyes”.
A veces es importante que la gente que nos rodea nos recuerde frases claves, que llegan muy profundo (gracias, Roxana). Es cierto. ¡No se puede construir algo nuevo utilizando las premisas viejas, que son las que ya han colapsado! Seguro que nos dolerá – como cualquier nacimiento – el colapso de lo que ya no es vigente, y el surgimiento de lo nuevo, pero es la única forma de crecer.
Sé que este tiempo tan tormentoso ha agudizado las diferencias, ha polarizado tantos frentes. Lo leo en los comentarios de miembros de la comunidad que me manda el Equipo de Trabajo. Lo veo en mi comunidad académica, en las familias, entre los amigos. Se han conformado ‘bandos’. Los pro- y los anti-; los conformistas y los contestatarios; el club Spike y el club Grafeno; el club gérmenes y el club terreno; el club virus y el club 5G; pero son ilusiones estas diferencias; ilusiones y superficialidades que no permiten comprender que puede haber partes verdaderas en las diferentes aproximaciones, y no ayudan en nada; ¡al contrario! Agudizan el problema y generan más encono. ¿Me pregunto a quiénes sirve el que se siga generando esta división?
Me enviaron hace unos días una caricatura que muestra a un rey con un consejero en la punta de una torre, mirando hacia abajo donde está una multitud de personas enojadas, algunos con antorchas y otras con lanzas. El rey se ve preocupado, y su consejero le dice:
Eso es todo lo que se requiere – generar división y hacernos creer que los ‘otros’ son los culpables de lo que nos ocurre: de que continúen los casos de COVID-19, de que no funcionen las inoculaciones como debieran funcionar, de que siga muriendo gente, de que los gobiernos sigan imponiendo medidas de aislamiento y pases sanitarios. Y eso hace que nos olvidemos de cuestionar lo importante. Como, por ejemplo, cuestionar ¿exactamente qué es lo que está siendo considerado un “caso de COVID-19”, desde el inicio de la pandemia y hasta la fecha?, ¿cómo se está diagnosticando la enfermedad y cómo fueron validadas biológicamente las pruebas?, ¿por qué, si ya se ha demostrado que las medidas de confinamiento y el uso de mascarilla no redujeron las infecciones, se nos sigue exigiendo continuar estas medidas y utilizar mascarilla?, ¿por qué motivo no fueron diseñadas las vacunas de forma que evitaran la transmisión y la infección?, ¿por qué no están evitando las inoculaciones el que la gente se enferme, si pregonaban hasta un 95% de eficacia luego de dos dosis?, ¿por qué, si no evitan estas vacunas la transmisión, seguimos usando las pruebas de detección de fragmentos (de ARN o de proteína) del virus como indicador de casos COVID-19 ya que si seguimos haciendo eso, nunca podremos tener un escenario de “Cero COVID”?, ¿por qué hay más casos de COVID-19 en el mundo que antes de la vacunación y por qué no se ha reducido de forma notoria el número de hospitalizados y muertos, sino que en algunos países, entre más vacunas se aplican, más hospitalizaciones se registran?, ¿por qué motivos se silencia, ridiculiza o prohíben los protocolos médicos que incluyen fármacos económicos y accesibles para los que ya existe amplio conocimiento de seguridad y muchas publicaciones de su efectividad para tratar pacientes COVID-19? La acusación (o mejor, el cuestionamiento que exige respuestas) no debiera ser de un ‘bando’ hacia el otro ‘bando’, sino hacia los responsables de las definiciones de caso, de los protocolos de tratamiento, de los aislamientos, de las medidas.
Hagamos las preguntas correctas a las personas responsables. Llevamos ya dos años, como humanidad, de aceptar lo que ‘los expertos’ (aunque tengan notorios conflictos de interés) nos dicen, y parecemos tener amnesia cuando esos mismos expertos cambian su narrativa abruptamente y nos tratan de convencer de que nunca dijeron eso que antes habían dicho (por ejemplo, ahora parece que nunca ninguna autoridad de salud, ningún gobernante dijo que las vacunas “evitarían el que la gente se infectara”, o que “es poco probable que una persona infectada contagie a otro” o “que la mayoría abrumadora de los vacunados no se enfermarán cuando se infecten y que es improbable que transmitan el virus” cuando esto fue exactamente lo que dijeron. Como miembro de la comunidad científica, y con más de dos décadas de dedicar mi vida profesional a esta actividad, sé perfectamente que el conocimiento científico cambia, y que conforme salen más estudios, podemos tener una comprensión diferente de un problema de lo que se tenía antes, incluso podemos cambiar radicalmente lo que pensábamos que ocurría. Eso no significa necesariamente que hayan habido errores (puede ser que el estudio hubiera sido limitado, o que la tecnología y resolución haya cambiado), pero si los hubo, tampoco implica que hayan sido intencionales. La ciencia avanza porque avanza la evidencia, y la nueva evidencia puede contradecir lo que se creía antes. Se acepta el error o la confusión y se aprende y como humanidad, crecemos. Sin embargo, el asunto es que ahora nos encontramos en un momento crítico, en el que eso no está pasando: aunque se acumule evidencia científica de que ciertos protocolos médicos tienen alta eficiencia para tratar exitosamente a pacientes COVID-19, no han ajustado su narrativa quienes están a cargo; aunque se acumule la evidencia científica de que la efectividad de las vacunas para proteger de enfermedad es cada vez más baja, se sigue vacunando como si no existiese esta evidencia, y los de un bando culpan a los del otro bando por la falta de efectividad de las vacunas, cuando la culpa sería, en cualquier caso, del fabricante y de quienes exigen ese producto.
No podemos arar el porvenir con viejos bueyes. Necesitamos nuevas formas, nuevas perspectivas, nuevas estructuras. La humanidad puede ser lo que desee ser, si recordamos y abrazamos nuestra fuerza desde la congruencia.
Todo parece indicar que el Dr. Montagnier efectivamente ha muerto. Me duele y me enoja, y me deja pensando en muchas cosas. Entre ellas, esta pregunta: «¿Por qué hacemos lo que hacemos?». ¿Por qué el Dr. Luc Montagnier ‘dilapidó su prestigio’ (según El País)? De forma personal, y consciente de las diferencias entre el prestigio del Dr. Montagnier y el que pudiera yo tener o haber tenido, sé que esto es justo lo que piensan muchos de mis colegas y conocidos – incluso algunos otrora cercanos – quienes no comprenden por qué una académica, con cierto reconocimiento en su medio, con estabilidad laboral y que no tiene necesidad del conflicto, haría lo que he elegido hacer. Claro, en la ciencia y en la psicología, las preguntas que buscan entender el ‘¿por qué?’ son complejas de responder. «Por que se volvió loco» pensarán (equivocada y vulgarmente) algunos. Respuestas superficiales y erróneas que no rozan siquiera la complejidad de la acción emprendida. Es más sencillo y mucho más respondible preguntar ‘¿para qué?’. Entonces, preguntemos ¿para qué hacer esto? ¿Para qué se posicionaría abiertamente como lo hizo el Dr. Montagnier, con un llamado de alerta sobre lo que significaban las inoculaciones, con un llamado de alerta sobre los indicios del origen de laboratorio para el virus SARS-CoV-2? ¿Para qué arriesgarse? ¿Para qué harían esto tantos como el Dr. Ruiz-Valdepeñas, el Dr. Campra, el Dr. de Benito, la Dra. Bruno, la Dra. Prego, la Dra. Barrientos, el Dr. McCullough, el Dr. Malone, la Dra. Gupta, el Dr. Bhattacharya, el Dr. Yeadon y tantos más? ¿Para qué? ¿Para tener ‘fama’? ¡Ya la tenían! ¡Vaya que la tenía el premio Nobel Luc Montagnier y Catedráticos reconocidos pertenecientes a las mejores universidades del mundo! ¿Para ganar dinero? Lo que hacía el Dr. Montagnier, lo que hacen tantas personas que menciono (y que son solo una parte de la lista de personas que han emprendido acciones semejantes) no generaba dinero. No puedo hablar por todos, pero a título personal, nada de lo que he hecho desde el inicio de la pandemia me ha generado un centavo; al contrario, me cuesta tiempo y ese tiempo lo quito de mis propias actividades de investigación; esa ‘merma’ en publicaciones sí que tiene un impacto negativo para mí. No se hace esto – este exponerse a la crítica, exponerse incluso al peligro – por dinero. Se hace desde la honestidad. ¿Entonces, para qué hacerlo? Lo hago para poder seguirme reconociendo cuando me miro en el espejo y no sentir vergüenza de lo que he hecho. No podría conocer lo que conozco – desde mi formación científica – y quedarme callada. Es eso, solamente eso, lo que me mueve: hablar desde ese conocimiento para dar voz a lo que está silenciando esta narrativa única. Podemos tener la certeza que el Dr. Luc Montagnier murió siendo íntegro y honesto, porque eligió hablar de lo que era verdadero para él. Ojo, no se trata de sentir que uno tiene «La verdad». Esa verdad apenas podemos intuirla; se trata de no ignorar la mentira; ¡esa sí que se reconoce! Se trata de darle lugar a la evidencia que, pasito a pasito, nos permite entender un poco más de todo este quilombo que nos tocó vivir como humanidad, y saber que hicimos todo lo que pudimos para ayudar a seguir siendo libres, siendo honestos.
Hacemos lo que hacemos para seguir siendo humanos y profesionistas que pueden mirarse a la cara y saber que no nos vendimos por comodidad, por protección, por dinero. No nos vendimos. Y Luc Montagnier, definitivamente, no se vendió.
Les mando saludos, desde el respeto, desde el dolor que se siente por esta partida, y desde la certeza de que esto que vivimos no durará para siempre.
«Como saben, las respuestas inmunes se dividen en «innatas» y «adaptativas», siendo las primeras menos específicas (reconocen patrones moleculares generales de bacterias, virus, hongos, etc.) pero bastante rápidas (minutos a horas) contundentes y eficientes. Las segundas son más tardadas (en general, 7 a 15 días en ser activadas) pero muy específicas (reconocen fragmentitos, «antígenos», de bacterias, virus, hongos, específicos) y generan memoria. Esto quiere decir que ante exposiciones con el mismo (o muy parecido) virus, bacteria, hongo, etc., rápidamente echaremos mano de esa memoria, lo que reduce mucho la posibilidad de que enfermemos. El asunto es que no es «mejor» una que otra; necesitamos a las respuestas innatas para activar las respuestas adaptativas (por eso tardan más, porque necesitan ser informadas del problema y activadas)«.
Si tuviera que elegir a un ‘villano molecular’ para una historieta, sin lugar a dudas escogería a la proteína Spike de SARS-CoV-2.
Esta proteína glicosilada (es decir, que tiene azúcares también) que ‘pesa’ 180 a 200 kD, se compone de tres copias (es decir, es un “trímero”) cada una con dos partes, la subunidad S1 y la subunidad S2. La proteína Spike del virus SARS-CoV-2 (también está presente en otros betacoronavirus) se encuentra en una forma estable, conocida como una “conformación de prefusión”. Cuando se encuentra con el receptor celular (la enzima convertidora de angiotensina 2, ACE2), entonces ocurren cambios en la estructura de Spike que hacen que la subunidad S2, que contiene un sitio de “anclaje”, quede expuesto.
Esto es lo que permite que la membrana del virus (no todos los virus tienen una membrana pero los coronavirus, sí) se fusione con la membrana celular, y así pueda entrar el virus al citoplasma, dando inicio a su replicación (copiado del genoma y fabricación de nuevos viriones). Cada Spike del virus (tienen varios en su superficie) están recubiertos de azúcares del tipo de los polisacáridos, lo que le da cierto camuflaje, y así evade parcialmente al sistema inmune (parcialmente, porque a la larga nuestro sistema inmune sí que lo detecta).
Algo así como una capa de invisibilidad que no funciona al 100%. ¿Eso vuelve a Spike un villano molecular? ¡No!
Muchas otras proteínas de virus y bacterias son así, y no las elegiría como villanos necesariamente. Lo que volvería a Spike el villano molecular de mi historieta imaginaria es lo que hace en el organismo, que enlistaré abajo. Eso sí, si quieren saber más detalles estructurales y bioquímicos sobre la proteína Spike, pueden leer (en inglés) la publicación de Huang et al. año 2020 (https://www.nature.com/articles/s41401-020-0485-4).
1) Cuando Spike se une a ACE2 de las células de la pared interna de los vasos sanguíneos (es decir, del endotelio), desregula el eje renina-angiotensina-aldosterona. Esto lo hace de varias formas, pero una de las más importantes es que causa daño a las mitocondrias (las fábricas productoras de energía) de las células endoteliales (Lei et al. 2021 Circulation Res; https://www.ahajournals.org/doi/10.1161/CIRCRESAHA.121.318902)
2) Spike, en particular la subunidad S1, puede alterar la función de la barrera hematoencefálica (la barrera que separa nuestro cerebro y médula espinal del resto del cuerpo). Si bien, esto fue estudiado in vitro (Buzhdygan et al. 2020 Nature; https://www.ncbi.nlm.nih.gov/labs/pmc/articles/PMC7547916/) y no en un organismo vivo, su implicación es tremenda: entre otras cosas incrementaría fácilmente la inflamación del sistema nervioso central, que nunca es buena idea. Evidencia de que esto ocurre se ha visto en al menos dos estudios, uno que reportó que la proteína Spike puede entrar al cerebro de ratones inoculados de forma experimental (Rhea et al. 2021 Neurobiol Dis; https://www.nature.com/articles/s41593-020-00771-8) y otro que demostró que en algunas personas positivas a SARS-CoV-2 se podía encontrar Spike en el cerebro, sin que estuviera presente el virus (solo su proteína), y les ocasionaba una inflamación importante (Lee et al. 2021 New England Journal of Medicine; https://www.nejm.org/doi/full/10.1056/NEJMc2033369)
3) Algunos anticuerpos que producimos contra Spike (específicamente, los que producimos contra la región N-terminal de la parte que se une a ACE2) logran el efecto contrario al “deseado”: incrementan la unión de la proteína Spike a ACE2, lo que incrementa entonces la infectividad del virus (Liu et al. 2021 Cell; https://www.cell.com/cell/pdf/S0092-8674(21)006620.pdf). Eso es semejante a lo que se ha visto para la proteína Spike de otros coronavirus, como el que causa Peritonitis Infecciosa Felina, donde, de hecho, la vacunación incrementa la infectividad por este mecanismo (se producen anticuerpos contra su proteína Spike y estos incrementan la infectividad; Venemma et al. 1990 J. Virology; https://www.ncbi.nlm.nih.gov/labs/pmc/articles/PMC249267/)
4) Se parece suficientemente Spike a proteínas nuestras que están en las células endoteliales, que es posible generar respuestas autoinmunes contra nuestro propio endotelio (Paladino et al. 2020 J Clin Med; https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/33143379/; Gammazza et al. 2020 Cell Stress Chaperones; https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/32754823/). No ocurrirá en todos quienes se expongan a Spike, pero en algunos sí puede pasar.
Lo ven? ¡Un villano que cuenta con más que suficientes formas de dañar a un organismo!
Ya quisieran estas ‘habilidades’ los villanos de las historietas clásicas y actuales…
Los que han estado siguiendo mi escrito podrán preguntarse (y con razón) ¿Entonces, SARS-CoV-2, al tener Spike es realmente peligroso? Y mi respuesta es no. El villlano es Spike y no el virus per se.
Me explico por qué: 1) Las infecciones típicas por SARS-CoV-2 no se diseminan por todo el organismo 2) No es un virus que sea demasiado “prolífico”, es decir, no suele hacer tantas copias de sí mismo como otros virus que infectan al humano.
Se han hecho muy pocos estudios al respecto aún, pero con la información disponible, parece que en su pico máximo, un humano infectado con síntomas severos puede llegar a tener 10.000.000 viriones (recuerden que un virión es la individualización del virus) de SARS-CoV-2, de acuerdo a Sender y colaboradores (2021; https://www.pnas.org/content/118/25/e2024815118).
Se oye como mucho 10.000.000, pero no lo es cuando hablamos de virus (por ejemplo, durante las infecciones de VIH, cada célula infectada puede producir 100.000 viriones. ¡Cada célula!; con el “pico de infección” de SARS-CoV-2 se reporta como máximo 10.000.000 en total presentes en suma de los tejidos infectados).
Y eso es el estimado máximo; la mayoría de los infectados tienen mucha menor carga viral. Entonces, sí, es una proteína “villana” pero en general, cuando la proteína está en la superficie del virus SARS-CoV-2 no hace esos efectos que describo.
El problema es que las vacunas “COVID-19” del tipo de ARNm (Pfizer y Moderna) y vectorizadas (Astrazeneca, Jansen, Cansino, Sputnik) le dan las instrucciones a nuestras células para que produzcan Spike. El Spike completo, ambas subunidades.
Estas instrucciones no se quedan en el sitio de inoculación y entran en diversas células del cuerpo, no solamente en células inmunes o musculares, incluyendo las endoteliales (sobre todo cuando la vacuna, por error en la aplicación, entró en la sangre del inoculado). Así que, cuando se genera por nuestras células en respuesta a las vacunas, ahí sí que puede desplegar su arsenal este “villano molecular”.
He compartido muchas publicaciones que añaden evidencia a lo que arriba describí: es sensato y precavido suponer que la alta cantidad de eventos adversos (como miocarditis, trombosis, inflamación del sistema nervioso y daño por reacciones inflamatorias severas, entre otros) que se están registrando asociados en el tiempo con la vacunación podrían estar relacionados causalmente con esas inoculaciones.
Esto no es conspiranóico ni paranóico. Es una actitud responsable la que pide precaución y más estudios antes de dar por sentado, como han hecho mucho médicos y científicos, que son completamente seguros estos productos.
Los mecanismos que explicarían estos eventos se conocen. ¿Para qué seguir ignorándolos? Es mejor aceptar que nos equivocamos que seguir perpetuando una narrativa por “quedar bien” o por no querer ser tildado de “antivacuna”. Seamos responsables, por favor.
La Dra. Karina Acevedo W. adquirió su formación y alto nivel en investigación científica que le dan excelentes bases para abordar profundamente temas de inmunología, microbiologia, virología, evolución y epidemiología.
Dichas disciplinas sobre las que recae precisamente su investigación científica de 25 años y su trabajo docente de 11 años.
Maestra en Ciencias por el Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada en el 2001 y Licenciada en Medicina Veterinaria y Zootecnia, con Mención Honorífica, por la UNAM, 1999.
Entre el 2005 y 2010 realizó un Postdoctorado en Epidemiología en el Instituto de Zoología de la Sociedad Zoológica de Londres.
Fué repatriada por CONACYT a la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad Autónoma de Querétaro.
Actualmente es Profesora Investigadora de Tiempo Completo en la Unidad de Microbiología Básica y Aplicada de la UAQ donde imparte las asignaturas de Virología,Epidemiología, Inmunología Ecologica y Simbiosis Microbianas.
Desde el 2012 es miembro del Sistema Nacional de Investigadores, nivel III recientemente otorgado.
Doctora en Inmunogenética por parte del Departamento de Zoología de la Universidad de Cambridge, en Reino Unido.
Lleva más de 20 años investigando aspectos de plasticidad inmune, inmunogenética y epidemiología molecular de infecciones virales, bacterianas y parasitarias en poblaciones silvestres.
Ha dirigido 10 tesis a nivel doctorado, 19 tesis a nivel maestría y 11 tesis a nivel licenciatura.
Ha publicado más de 50 publicaciones científicas y siete capítulos de libro y ha presentado más de 100 ponencias en congresos.
Actualmente Profesora Visitante de la Universidad Andrés Bello, en Chile e Investigadora Asociada del Marine Mammal Center, en California. Coordinó el Comité Científico de la Sociedad Mexicana de Mastozoología Marina (2014-2018).
Fue presidente de la Sociedad Mexicana de Mastozoología Marina del 2012 al 2014.
Ganadora 2012 del premio Alejandrina en modalidad Talento Joven en Ciencia.